Hace unas noches estaba cocinando, o más bien pretendiendo cocinar, una muy buena carne, pero uno de mis cuchillos preferidos comenzó a mostrar que no estaba en su mejor momento. Nada más incómodo que no poder cortar bien cuando estamos cocinando, al menos para mi. Ese solo hecho me desconcentra, además de que si no lo resolvemos bien el resultado no va a ser bueno. Una carne mal cortada no es lo mismo, sea como sea. Pues el punto es que no tenía muchas opciones como para poder afilar los cuchillos y recurrí a un excelente truco que usaba mi abuela.
El truco es simple
Hay que colocar una taza de cerámica (de las más comunes, las que usamos a diario para el desayuno) boca abajo. Obviamente que es muy importante hacerlo sobre una superficie firme y segura. El procedimiento es simple: vamos a afilar la hojade los cuchillos o tijeras con el borde de la taza (justamente el borde inferior, que al estar la taza boca abajo queda arriba) pero cuidando no hacerlo sobre la zona con esmalte. Pasemos el filo una y otra vez hasta que recupere su función normal. A mi me ha sacado del apuro.
Claro que si en casa tenemos una piedra de afilar es más simple
Debemos mojar la hoja de los cuchillos con un aceite vegetal cualquiera y pasamos el filo las veces que sea necesario en el borde de la piedra. Es una forma simple y segura.
Pero si un cuchillo con poco filo es un problema, ni hablemos de una tijera. Nada más molesto que intentar cortar un papel y ver que solo se dobla un poco y ni comienza a cortar. Esto nos puede ocurrir con todo tipo de tijeras de las que se usan en casa. Pues a no quejarse e ir a la tienda a por otra, solo hay que buscar una botella de vidrio que se pueda rayar un poco. Solo vamos a abrir la tijera al máximo y apoyarla en la botella como para cortar. Se hace el movimiento muchas veces y cuidando que todo el filo esté en contacto.
Cuando nos preguntamos de los accidentes en casa, cómo evitarlos, una de las formas es dejar fuera del alcance de los niños estos elementos con filo.