Las diferencias de las superficies que estamos pintando hacen que la forma de hacerlo deba adaptarse a las mismas. De todos modos, básicamente, hay cosas que deben cumplirse en todas las superficies. No se pinta sobre algo sucio, no se pinta sobre superficies en mal estado, pero si estamos pintando sobre otra pintura que está en buenas condiciones, no es necesario desnudar la superficie. Esto se cumple para una pared, madera o metal. La pintura debe renovarse cada determinado tiempo, variables de acuerdo a las condiciones a las que se somete esa superficie, pero si hacemos las cosas bien, la duración será máxima.
Revisar muy bien antes de pintar
Con el metal las consideraciones más importantes tienen que ver con la presencia o no de óxido en ese metal. Hay veces que es muy visible y evidente y otras no. Hay que buscar bien en esas esquinas, pliegues o grietas del diseño, donde se puede esconder un problema incipiente.
Retirar todo el óxido
Si el problema es pequeño, lijando va a salir. Si el problema es mayor tal vez debamos usar cepillo de alambre o mejor aún, lijadora. Una vez que nos acostumbramos a su uso, nos facilita todo.
Otra cosa que puede ocurrir, sobretodo en los metales que están en la intemperie, es que la pintura anterior se encuentre muy deteriorada, de modo que sea necesario retirar la pintura vieja. Lo haremos con métodos mecánicos (lija y cepillo de alambre) o químicos como un buen decapante.
Una vez pronta la superficie se lava con detergente y se seca muy bien. No podemos olvidar dar una primera mano de antioxidante. Una vez seca, ya podemos pintar con el color elegido.